Infancia

¿La familia? ¿Pilar de la educación?

Tantos años leyendo en libros y manuales de educación, que el pilar de la educación de los niños es su familia y, sin embargo, una vez conoces de cerca la paternidad, te das cuenta que eso es falso.

Conoces de primera mano la impotencia de ver que debes emplear la mayor parte del tiempo de tu vida en trabajar para poder garantizar un estilo de vida «normal, como el de todo el mundo», en el que la sombra del dinero lo condiciona todo. Y entonces, cuando debes de ser el pilar de tus hijos, tiras de lápiz y papel y a penas tienes tres horas al día para ejercer de padre o madre.

¿Aún sigues creyendo que somos el pilar principal de la educación de nuestros hijos? Ellos pasan más del 65% de su día en sus centros de enseñanza, con largas horas de escolarización, que son necesarias para perpetuar  la productividad de sus progenitores, porque al sistema le conviene que sigamos consumiendo y nos volvamos dependientes de él, manteniendo activo el actual modelo de elevado consumo y asunción de deudas, desestructurando la unidad familiar y sin tiempo para atenderla. Los gobiernos no proponen un aumento del calendario ni del horario escolar por auténtico afán pedagógico, sino para que sigamos produciendo, es mera «Codicia de Estado» (Enrique Robredo, 2016).

La sociedad actual nos enseña a ser estrictos en el momento de señalar responsables ante cualquier incidente que interrumpa la «normalidad» social, nos hemos convertido en expertos señalando a los «culpables», este individualismo en su praxis empeora más la situación, pues nos impide funcionar como un colectivo.

Educamos todos, todos en conjunto somos el pilar de la educación, inmersos en un tejido social en el que compartimos responsabilidades unos con los otros.

¿La familia es el pilar de la educación de un niño? Sí, pero en tal caso, serían todas las familias.  Todos ejercemos de modelo cuando vamos en transporte público y escuchamos cómo alguno de sus padres lo llama «pesado e idiota», y no hacemos nada. Puede que haya llegado el momento de volver a ser como los niños que jamás dejan a nadie atrás, ayudándose unos a otros de forma natural.

Entonces, contemplaremos en los parques a niños y padres jugando, sin barreras entre ellos (teléfonos móviles pegados en las manos). Para ello los padres deben de ser como niños, para con entusiasmo, enseñar a nuestros hijos y a los de los demás, cosas tan increíbles, como cazar un saltamontes y observarlo.

Escribió una vez J. J. Rousseau:

La infancia tiene sus propias maneras de ver, pensar y sentir; nada hay más insensato que pretender sustituirlas por las nuestras.

Este es uno de los muchos errores que cometemos, hemos destrozado la figura de la familia, porque en otra época, la sociedad era una gran familia, sin embargo ahora es una fábrica de ideas erróneas  y contravalores, palpables a lo lejos y sufridas desde cerca, porque hoy en día, las familias se encuentran solas nadando contra corriente en una mar de consumismo, de excesiva importancia a la imagen física  y de ausencia de la autenticidad de cada uno de nosotros, en la que nuestro valor social, lo define la cantidad de dinero que ganas por una hora de tu trabajo, y no lo que somos capaces de hacer para mejorar nuestra sociedad.