Adolescencia,  Infancia

¿Facebook? ¿Pero qué has hecho mamá?

Facebook ¿Una imagen qué vale? ¿Más que mil palabras? Quizás viendo lo que he tenido que ver prefiero una conversación a tomar como cierto lo que ven mis ojos, que viven en una sociedad sorda y jerarquizada por la imagen «escogida» de lo que tenemos, hacemos y somos. Hace muchos años, las líneas del párrafo que siguen, se hicieron un dogma para una generación de padres e hijos «digitalizados»:

«Si puedes verlo, es cierto«. Este dogma pone a disposición de nuestro ego, una herramienta tecnológica, que nos aleja de nuestra auténtica identidad como padres, madres y educadores.

Se ausentan las melodías de las palabras cruzadas en las conversaciones entre padres e hijos que conllevarán a que sean aún menos entre hijos y padres durante la adolescencia. Todo lo que hacemos con nuestros pequeños se reduce a una acción: «PUBLICAR IMAGEN».

Da igual que durante todo el día no le haya dado un beso o abrazo. Esa foto que suba a Facebook será de película Disney. Estaremos desde ese momento atentos a cuántos «Likes» nos pulsan en la foto, «cuantos más, mfaebookejor», como si fuese mejor madre por la cantidad que reciba de ellos.

A la foto del beso o abrazo, que quizás comienza a dejar pistas de lo que nuestro ego tanto se esfuerza en ocultar o rechazar, le siguen «las cosas que le compro», «las cosas que soy capaz de hacer por mis hijos»… y así sucesivas fotos que hablan de nosotros, pero sin nuestra presencia como padres, pues escoger lo que mostrar no es lo mismo que mostrarse como uno es y, peor aún, cuando lo hacemos en una red social poniendo a disposición de los demás la infancia y adolescencia de nuestros hijos ¿Dónde ha quedado su intimidad? Seguramente detrás de nuestra necesidad de recibir aprobaciones y halagos por las acciones que hacemos como padres y padres.

Gracias a estas redes sociales retroalimentamos nuestra autoestima los unos a los otros tomando como ciertas las cosas que vemos.  La trampa de pensar que la foto de una montaña «es la montaña«, como hace décadas nos contaba J. Krishnamurti ¿Qué diferencia hay entre el muro de tu casa y el «muro» de tu red social? ¿Acaso llenas la fachada de tu casa con las fotos de tus hijos? Abusamos de su inocencia y desconocimiento, privándoles por completo de su derecho a la intimidad, pues dentro de 15 años habrá cientos de miles de adultos que tendrán que asumir que auténticos desconocidos pueden acceder a las fotos de momentos especiales de sus infancias: sus cumpleaños, sus vacaciones en la playa, etc. En un disco duro virtual, que ni siquiera es tuyo.

Es por esto que apagué las cámaras con las que enfocar o, mejor dicho quizás, «vender» mi vida familiar a los demás para verla por mí mismo. Y merece la pena. Mil palabras dan para mucho en una sociedad muda en la que he encontrado el momento de sacarme un selfie con mis hijos y buscar mil palabras para resolver la pregunta: ¿Quiénes somos en realidad?

«El ego es el retrato de la ausencia de la autoestima»

Susana Caloca González, Psicóloga Clínica.

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