Infancia

Educar a niños emocionalmente «libres»

Preocupados en exceso por resolver las cuestiones académicas, muchas familias centran su energía en que sus hijos e hijas, superen a tiempo sus exámenes y alcancen la mayor nota posible al acabar el curso. Pues en algún viejo libro de pedagogía, alguien creyó leer que la inteligencia responde a la capacidad de memoria y razonamiento, y que ésta se debe cuantificar con calificaciones numéricas, sin tener en cuenta aspectos como las emociones.

No hay nada que condicione más la libertad de nuestros pequeños, que centrar su etapa de la infancia entorno a los objetivos y criterios académicos. Aún desconocemos si los alumnos con nota más alta en el informe PISA, cuando alcanzan la adultez son felices, o si además son capaces de alcanzar metas personales, para las que son más necesarias aptitudes del coeficiente emocional que del intelectual (D.Golleman).

Si hubiese un paradigma que respetara esta mínima, “el niño o niña, debe aprender a vivir libre”, estaríamos creando sociedades que evolucionan, personas capaces de manejar sus propias emociones.

“Un niño o niña emocionalmente sano es capaz de mostrar sus emociones, pues no siente la represión del adulto”

Evitemos ver la infancia como el lado opuesto a la adultez, separado por un gran puente, que está lleno de años. Cambiemos el prisma, y veamos en vez de una línea recta con punto de inicio y final, una circunferencia. En la actualidad muchísimos adultos conviven en el presente con conflictos no resueltos de su infancia.

¿Por qué? pues porque no dejamos de repetir errores, sentir miedos y fracasos que comenzaron en la infancia, pues los aprendizajes que nos ofrecieron no respondían a la auténtica necesidad del ser humano:

aprender a ser feliz, quieriéndote, conociéndote y aceptándote, y para ello el papel que le damos a sus emociones en fundamental.

Nos enseñaron a buscar nuestro nombre en una lista ordenada por orden alfabético y calificaciones, encontrábamos nuestro lugar comparándonos con los demás (no es útil el valor de la competitividad, pues parte de ladres igualdad de que ningún niño es igual a otro).

¿QUÉ PODEMOS HACER DESDE CASA?

Es por ello que las 3 claves a aplicar para que tu hijo, aprenda a ser emocionalmente libre son:

  1. Ofrécele espacios para que pueda expresar lo que siente ante nuevas y diferentes situaciones o experiencias .
  2. Enséñale que en la vida no hay ni «buenas» ni «malas» emociones, que todos son útiles, y que tiene el derecho de sentirlas y expresarlas todas.
  3. Se un espejo que refleje lo que hace y con buen ejemplo ayúdalo en que saque lo mejor de sí mismo, al verte capaz a ti misma de expresar tus emociones, lo contagiarás en este aprendizaje.

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