Adolescencia,  Crecimiento personal,  Infancia

¿Tuviste infancia? Para padres, madres y educadores.

¿Tuviste infancia?

Para muchos de los que hoy en día somos padres, madres o educadores, surgen muchas dudas en torno a lo que rodea al modelo de “infancia” que fomentamos a niños y niñas.

Atrás quedó una época en la que se jugaba en la naturaleza, con palos, piedras o cuerdas. Una naturaleza que permitía que nos conociéramos unos y otros, interactuando de forma plena en cada instante, sin la necesidad de tener que fotografiarlo con el móvil o escribirlo por Whatsapp.

El modelo de infancia que construimos y “nos venden” no emociona a los niños. Aclaro esta idea: “esperar la víspera de los Reyes Magos o Papá Noel” se han convertido para muchos pequeños en los únicos momentos del año emocionantes y… ¿sabes por qué? Porque para que realmente fuera creíble, nos hemos involucrado todos los adultos. Una sociedad entera que se pone manos a la obra para que haya ilusión y alegría en los rostros de nuestros hijos y los hijos de quienes nos rodean y que, sin embargo, pasa de largo al ver a una niña de 6 años vestida con arapos (cómo recientemente se ha visto en un vídeo viral en Youtube) que está sola en la calle. Este acontecimiento tristemente forma parte del modelo de infancia que estamos inculcando.

¿Qué harías si vieras a una niña de 6 años sola en la calle?

Ahora bien, hubo una época en la que los problemas y conflictos que surgían en “la calle” se resolvían en las casas de nuestros padres. Da igual que no te conocieran, si alguién te veía haciendo algo que consideraba fuera de lugar, abusivo para otros, se plantaban en casa de tus padres y les ayudaban a solucionarlo. Sin embargo, hoy en día, sólo sabemos alzar el dedo para apuntar a los culpables, negando esos comportamientos en nuestros hijos, a los que tristemente le hemos hecho creer “que pueden hacer lo que quieran –a–  quien quieran” (hemos sembrado el “bullying” en nuestros hijos, al educarlos reprimiendo emociones necesarias para desarrollar la empatía).

La raíz de esto, la tenemos bajo tierra en nuestro jardín, olvidando que para ser padre, madre o educador es imprescindible seguir “sintiendo” como en nuestra infancia, para que podamos trasladarles la riqueza de momentos que mantengan siempre en su recuerdo y ayuden a sumar una sociedad que acepte las diferencias y singularidades, en vez de castigarlas.

Una sociedad (organizada por los adultos) que sólo mira a los más pequeños conjuntamente en Navidad, es una sociedad consumista y materialista, evidenciando  el que muchos adultos no hayan tenido alguna vez, aunque fuera remotamente, una infancia sana y feliz.

Los niños necesitan experimentar y vivenciar cada momento, con la totalidad que les ofrece la vida, para ellos una vida tranquila, es la que les hace sentir diversidad de emociones, y esto debemos aceptarlo los que educamos, anteponiendo las necesidades de ellos a nuestras expectativas (ejemplo: es que mi hijo debería hacer esto… debería decir…)

Levantar cada mañana a tus hijos con amor, ofrecerles un rincón de tu tiempo para que se alegren, mostrarles las caras del enfado, la tristeza y el miedo, para que sepan cómo desenvolverse con sus emociones, en las relaciones con los demás y consigo mismos, además de servirles como modelos no sólo cómo debe ser un adulto, sino como niños también (debemos recordar que vivimos esa etapa también, y lo que para nosotros fue más significativo) esta es nuestra “auténtica” labor.

Adultos que no sienten, hijos que reprimimos ¿Crees que tuviste infancia? Ya se lo preguntaremos a nuestros hijos dentro de 15 años y conoceremos la respuesta.

“¿Cómo es que, siendo tan inteligentes los niños, son tan estúpidos la mayor parte de los hombres? Debe ser fruto de la educación.” – Alejandro Dumas.

 

 


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