Conocer más a nuestros hijos
Como cada mañana salimos de casa de trayecto al colegio, sin darnos cuenta pasa ante nuestros ojos, una acción que es repetida durante más de una década, al menos dos veces cada día. De esta manera se acumulan cientos de horas, que pueden aportar a las relaciones paterno filiales una mejora en las habilidades de comunicación.
Al contrario de lo que muchos pueden pensar, comunicarnos con nuestras hijos, no es bombardearlos a preguntas, no se trata de enseñarlos a contestar cuestionarios, sino a que sean capaces de iniciar conversaciones, que mejoren sus capacidades de escucha y sobre todo, que redireccionemos esto hacia la identificación y comunicación de emociones. Esto es esencial porque nos va a permitir por un lado mejorar su autoconsciencia, y por otro su empatía.
Imagina que esta vez, cuando tus hijos se suben al automóvil, antes de escuchar la siguiente batería de preguntas: ¿Qué tal en el cole? ¿Qué han hecho hoy en clase? ¿Te ha gustado? ¿A qué jugaste?, te escucharan compartiendo con ellos como te ha ido tu día, cómo te has sentido, tus anécdotas y emociones. De esta manera te sorprenderá ver el interés que muestran, como de manera natural comienzan ellos mismos a generar preguntas curiosas.
En la base de la comunicación, se encuentra la escucha activa, y este ejemplo que hemos descrito ayudará a construirla de forma ajustada al momento de tus hijos, sin prisas, creando un hábito desde un juego de intercambio de experiencias.
Son muchas las familias que sienten impotencia llegada a la adolescencia de sus hijos, porque no saben ni pueden comunicarse con ellos. Será más fácil llegar a esta etapa con una buena base de habilidades comunicativas, por ambas partes, pues es fundamental el papel paciente e imparcial de los padres, pues será asignatura pendiente de muchos, «escuchar sin juzgar».
Es necesario recordar la importancia de saber posponer ciertas conversaciones, huyendo de la necesidad de la inmediatez por nuestra parte como educadores, por ejemplo cuando se dan conflictos. Es más factible intentar llegar con un buen clima a casa, y una vez allí cuando se den mejores condiciones se retome la conversación, y no estar abordando temas sensibles en el coche.
Recuerda siempre esta frase de Elsa Punset,
“Sólo florecemos si nuestras necesidades emocionales, en especial la necesidad de protección y afecto, están atendidas.”