¿Qué clase de tornillo eres?
Una vez más creí encontrar mi lugar y sin remedio tuve que persistir, pues no «encajaba» en él.
Existen muchos tipos y clases de tornillos, los podemos clasificar por su composición, tamaño y forma. Cada cual diseñado para resolver un problema, o eso al menos se creía, ya que con el tiempo pasaron a ser en sí mismos un problema.
A las personas, en muchas ocasiones, nos ocurre lo mismo que a ese tornillo que no encuentra su lugar, que «no encaja». Por esforzarse en ser quién no es, olvida lo necesario que es, «saber realmente cómo es». La esencia de cada persona es única, no hay otra igual, quizás sí parecida. Es por ello que nos rodeamos de otras personas que sientan, piensen o hagan como nosotros en la vida, pues nos unen nuestros valores e ideales.
Intentamos alcanzar metas en la vida, dejándonos llevar por «intereses vacuos», como lo pueden ser la fama, el dinero, posición social, etc. Aunque para ello, si fueses como un tornillo, tuvieras que limar los pasos de vuelta (eliminar aspectos de tu auténtico yo) o cambiar el sentido de la hélice de giro (traicionar tus propios principios) Eso es algo que está normalizado en nuestra sociedad.
Además de creer lo imposible y hacerlo norma: «La individualidad por encima del colectivo», cuando hasta el más grande de los tornillos sabe que para aguantar una repisa necesitará la ayuda de algún compañero. Han individualizado tanto que hemos fragmentado hasta el concepto de familia.
Y así vamos por la vida, unos tornillos más sacrificados que otros, aguantando el peso de grandes cargas, aún sin ser esa su naturaleza, pues no les queda más remedio, pues han dejado que otros se hayan convertido en herramientas que los controlan y aprietan hasta el último milímetro.
Y tú, ¿qué clase de tornillo eres?