Sala de espera de las decisiones
He llegado justo en el momento oportuno, ni antes ni después. Hay muchos asientos vacíos, en la Sala de espera de las desiciones de mi vida. Este lugar tiene para todos los que llegan, un espacio en el que mantenerse ocupado, sentado o de pie, mientras aguardas con tu número en la mano. Y te ves así, mirando una pantalla en la que van pasando turnos, cada vez más próximos al tuyo, haciéndote continuamente estas preguntas, ¿y qué hago, si hasta ahora no lo he hecho? ¿Qué puedo hacer? ¿Qué podré hacer? Cada una de ellas, nos lleva a un tiempo de vida distinto; si te das cuenta, la primera nos lleva al pasado, la segunda al presente y la tercera al futuro.
Esta encrucijada entre estos tres caminos, algunos ya recorridos y otros pendientes de recorrer, nos alejan y evitan que seamos capaces de tomar conciencia de la realidad, «nuestra realidad», y sin esta percepción es imposible que seas capaz de tomar las desiciones adecuadas para tu vida.
Esta encrucijada entre estos tres caminos nos alejan y evita que seamos capaces de tomar conciencia de la realidad, «nuestra realidad»
La sala de espera, esta llena de asientos y butacas, porque en muchas ocasiones son otras personas las que se ocupan, con nuestro número en su mano, de tomar nuestras elecciones; por ello, es mejor que estos asientos permanezcan vacíos, pues la responsabilidad en las consecuencias de lo que decides, siempre las llevarás contigo. Con el paso del tiempo te darás cuenta de ello, pues aunque es cierto que aprendiste al principio de tu propia vida que tus padres fueron quiénes tomaban muchas decisiones por y para ti, intenta ser valiente para que con la madurez de tus vivencias, vayan saliendo personas de la Sala de Espera de las decisiones.
Tener la tranquilidad para meditar lo importante que es acudir en cualquier momento de tu vida a este lugar personal y único para cada persona, en el que podrás sentir y reflexionar en la intimidad, con la única compañía de la soledad, es una grandísima actitud. Desde tu mundo interior, hasta el que te rodea, serás capaz de mantener el contacto con la realidad de tu vida, y cuanto más cercanos vivimos a la realidad, mejor podremos actuar en el «aquí y ahora», único lugar y momento, en el que todo puede cambiar.
Cuando es tu soledad la que susurra al oído, cuáles fueron tus sueños, deseos, inquietudes, encuentras un gran impulso hacia lo seguro de arriesgar en la vida, cuando la convicción de emprender es fruto de tus talentos innatos, ya venían contigo, y tú has dedicado una parte de tu vida a ellos, seguramente fuese la infancia (única etapa de nuestras vidas, libre de cualquier expectativa). En cambio, ahora siendo adulto arriesgarás con la tranquilidad de que al menos, pase lo que pase, disfrutarás como un niño, haciendo y siendo quién eres, por lo que si te haces la pregunta, ¿qué puedo hacer? La respuesta más acertada es, ser tu mismo, en tu esencia.
La armonía con la que nos desenvolvemos de forma natural contagia a nuestro entorno como si de flores se tratara, que se nutren unas de otras por sus raíces, «que no vemos», y no por lo que a simple vista podamos observar. Por ello, tus buenas y no tan buenas decisiones, siempre podrán ser filtradas por otras personas, que estén abiertas a ellas. Disfruta de tu estancia en la Sala de Espera de las Decisiones, y aprende a equivocarte sin traicionarte a ti mismo.
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