Educar desde la OPORTUNIDAD, no desde el ERROR a tus hijos.
Cuando una idea equivocada de como educar a nuestros hijos, se convierte «en la oportunidad» de un acierto.
A continuación intentaré explicar cuál es mi criterio, al intentar llevar la contraria a los modelos educativos más rígidos tradicionales, en los que los niños y niñas, deben de ser obedientes ante las exigencias y pautas de los adultos.
Opino que la única regla que debe de tener la infancia, es que debe de ser respetada, y buscar que el niño o niña aprenda a ser feliz, respetándose a sí mismo y a los demás, este principio de libertad como el que definía Montessori, «límite de la libertad, es el interés colectivo».
Parece fácil, pero se plantea como un gran reto, porque normalmente anteponemos al niño o niña frente al resto de personas o viceversa. Por eso he descrito las situaciones en las que educo desde la «OPORTUNIDAD» a los pequeños, es decir no espero a que se equivoquen para reprochar la ausencia de una conducta, sino que usándome como modelo, los ayudo a imitar lo que ven:
1ª Cada vez que entro o salgo de un lugar, SALUDO Y ME DESPIDO de las personas que allí se encuentran.
2ª En una discusión, ante un conflicto, que surja con mis hijos, ANTEPONGO SU DESARROLLO MORAL Y APRENDIZAJE a tener la razón en el momento que quiero.
3ª PIDO LAS COSAS POR FAVOR SIEMPRE, cuándo estoy en una cafetería o en la cola del Supermercado. No trato de forma diferente a las personas por condición de sexo, ideología, etnia, no utilizo caretas sociales, y me muestro de la misma manera con ellos.
4ª ME DISCULPO en cada ocasión que que me haya equivocado. No basta con pretender que aprendan a disculparse con otros niños con los que hayan tenido un conflicto, si luego en casa, vivencian como su padre no es capaz de disculparse con ellos, por el hecho de ser un adulto. Todas esas ocasiones en las que me equivoco, aprendemos ambos.
5ª HE CAMBIADO EL SIGNIFICADO DE LA PALABRA ERROR por el de aprendizaje, y al transmitírselo a ellos, se permiten el derecho a «vivir en el error», que para nosotros en casa se transforma en «vivir aprendiendo».
Este último punto es la clave, un niño que esté dispuesto a equivocarse es un niño capaz de aprender, y para ello necesita de la confianza del adulto, que no «invalide» sus errores, sino que le transmita los mismos, como oportunidades de aprendizaje. El miedo a fallar y a decepcionar a los adultos, le hace la zancadilla continuamente a la autoconfianza, retiremos ese obstáculo, y que crean en sí mismos.
Quisiera acabar este post, con la siguiente cita de Mahatma Gandhi.:
No hay escuela igual que un hogar decente y no hay maestro igual a un padre virtuoso.