Crecimiento personal

Recordar. Nuevo ciclo de escritura

Capítulo 29 (lo que pudo ser y no será)

Si hay una palabra llena de colores es la de recordar. Imaginemos que esa palabra es más bien un lugar o un objeto. Podría ser por ejemplo un baúl lleno de baúles. Ahí vamos almacenando con criterio y con objeción muchas experiencias vividas, algunas vinculadas a emociones más agradables mientras que otras están cogidas de la mano a emociones como la tristeza, la pena, la ira o inclusive una sobrecogedora soledad.

Llevo viendo casi tres años con recelo el teclado del ordenador. Cada tecla en mi caso se convierte como en la nota musical de un piano, pues son el sonido de las teclas las que les ponen narrativa a historias y experiencias que remueven, aunque las contemples por el retrovisor de esta vida, que se vive en presente continuo. Tres largos años, en los que he huido de la vibración de esas notas musicales, que resuenan con mayor fuerza en el propio interior que a oídos de los demás.

Por aquel tiempo, había terminado de escribir, los últimos capítulos de la nueva edición de mi último prospecto de libro “Viaje de regreso a mi” ( con una 1º Edición del año 2016)

Han pasado solo unos años de ese momento, y se amontonan nuevos capítulos de una vida, muchos folios en blanco que a veces me gustaría que se mantuvieran huérfanas de momentos duros, insólitos…pero no siempre podemos poner una foto chula o un gran dibujo para poder ocultar lo que sabemos que hay entre líneas. Ha sido una etapa en la que el color, mediante el dibujo me ayudaba a poner formas a las palabras que me abrazan y visten…pero ni todo el color del mundo puede evitar que gotee lo que llueve desde dentro.

No me apetecía, ni quería estar escribiendo estas palabras pero hasta el color del rotulador acrílico se acabó. Recordar, es abrir un periódico hoy en el que ver y contemplar el ayer. Hoy he buscado el periódico y he visto muchas hojas en gris blanqueado, algunas solo con títulos, como ese titular llamativo de una noticia de la prensa rosa, pero sin pie de página ni texto que silabear.

Fueron 28 capítulos los de ese último libro, que se ha empeñado en no terminarse. En este momento nos encontramos, tú desde ese lado y un servidor desde este otro, en el que con el abuso de la confianza va a seguir construyendo una narrativa a ese mundo interior con el que decodifica el espacio en el que vivimos y nos relacionamos junto a otras personas.

Espero ser capaz de bailar tan cuidadosamente con las metáforas como para evitar transparentar en exceso mi privacidad, como para que sea meramente útil para ti, lector o lectora. Es decir, que pueda resonar con familiaridad a tus propias vivencias y si lo decides te sirvan de ancla para sostenerte como de palanca para moverte hacia donde lo necesites. De esta manera, también podrás darle contenido a la narrativa de tus propias historias. 

Ahora mismo no sé, cuantas palabras van escritas, sin embargo en mi cabeza sentipensante (término acuñado por el sociólogo colombiano Orlando Fals Borda) están cosidas con un hilo o filamento negro que sale de mi interior (del mismo patio interior donde se crían las mariposas de los enamorados), rebosante de tinta con la que atreverme a manchar este papel, jugando en este tablero de damas, con el negro sobre blanco.

En tiempos en los que Byung Chull Han (Premio Asturias Comunicación y Humanidades 2025) nos perforaba con su mensaje sobre la crisis de la narración, secuestro su idea para justificar esa crisis en lo complejo que es dotar de sentido o foco el relato de nuestra propia vida. Porque entre tú y yo, es una putada escribir una historia sin saber cuál es el final, porque ojo, sé que la muerte está cercana a ese capítulo, pero no es lo que significa el THE END de la historia de cada uno de nosotros. 

No sé distinguir cuáles son los capítulos de la vida (su contenido), ¿los separo en base a si están vinculados a experiencias maravillosas o estrepitosas? Me encuentro en la misma encrucijada si lo reduzco a hacerlo por años, pues cada día es una lotería de buena suerte resultadista o buenísima oportunidad de aprendizaje sobre un evento doloroso.

Sobre estas propias líneas reflexiono, si realmente nos da tiempo a fragmentar, dividir nuestra propia vida en capítulos cuando se nos mueven los pies de forma inherente como en una cinta de aeropuerto hacia el presente continuo. Sobre este “pasillo rodante” (como el de los aeropuertos) me muevo, giro primero el torso y luego el cuello, y ahí está esa gran autopista de vivencias, larga hasta donde no alcanza la vista, pero presente.

Atravesar el pasado continuo con la vista nos facilita compartir para un mismo recuerdo un gemelo o mellizo más o menos bello, perdóname la comparación, sabemos que lo esencial no es visible a los ojos (nos lo recuerda con cada lectura El Principito). 

Al final siempre que recuerdo, me atropellan momentos de menos luz que en automático son eclipsados por otros llenos de sonrisas.

Hoy en este final de ciclo de tres años de palabras queriendo ser escritas, compartiré muchas historias que siguen la misma línea de mi vida, en ese pasado y presente continuo que nos pone contra el papel y la tinta. Como recurso para vaciar de experiencias nuestro interior, que necesitan ser expresadas antes de masticarlas.

Una de las mayores curiosidades de este relato es cómo un personaje no sabe qué papel tienen en la misma, hasta que se acaba su pre- esencia. Han paseado personas por estas páginas que ahora ni siquiera encuentro. Otras que han dado un giro en su propio guión y se han asociado al club de personajes secundarios que ponen piedritas por el camino (es falso que se pueda hacer castillos con ellos, son un coñazo, cuando te tropiezas duele, al menos al principio). 

Uno de los dolores más profundos que he tenido al tropezar con esas piedras, es como se hiere la confianza en los demás (los y las que están por venir). Simplemente no lo hueles ni ves ni venir, hay traiciones: por dinero, poder, estatus o a veces ni por nada de lo anterior, es tan difícil ponerse en el lugar de una piedra. He preferido verlas en ese retrovisor hacia el pasado y transformarlas en rocas luminiscentes (que brillan en la oscuridad, aunque no durante el día).

Bien alumbradas para no tropezar en ellas cuando ande perdido por la oscuridad, porque sé que es una trastada hasta para ellas recibir un golpe. Seguro que les duele, se podrían hasta cascar (palabra canaria para hacer referencia a “romper”) y estropear esa cáscara que a la luz del día es opaca y muestran a los demás, correrían el peligro de que las vean por como son en realidad.

Hay muchos tipos de personajes, hemos visto algo sobre los secundarios, pero luego hay un cupo de selectos. !Oye, no son los principales pero tienen un gran componente emocional dentro de nuestras historias¡ 

Debemos de reservarnos esa opción al menos para nosotros y nosotras mismas.

Son más cercanas a nosotros. Junto a uno o una  misma, son sobre los que más dudas tengo, porque también escriben su propia historia mientras tú haces la tuya. Menudo coñazo, ver cómo van cambiando su influencia en tu vida, en algunos momentos para sentirte que sostienes y en otro que caes sin nada a lo que agarrarte. Hoy hemos conseguido como sociedad, poner en el plato de la mesa la salud emocional antes del postre, evidenciando que no todo es wonderful, que como dice el Chojin, “la vida es esa asignatura que suspendemos y repetimos año tras año” (canción “El Mundo sigue girando”, El Chojín).

Me tranquiliza poder escribirte, que en algún capítulo sin color, abrigado de las prendas largas y rastrajosas del dolor en estos tres años he pensado en silencio..

  • ¿Es por el dolor como el que siento que hay personas que se han suicidado?
  • ¿Si mi vida acabará ahora, qué pasaría con este dolor?
  • ¿Cuánto dolor dejaría en los demás por aliviar éste?
  • ¿Cuánto alivio dejaría de vivenciar si abrazara esa posibilidad?

Silencio profundo, un gran serie de olas de suspiros y una lluvia intensa fueron el parte meteorológico de aquella noche de septiembre. 

Potaje emocional al puro estilo de la climatología de Canarias, con la que comparto que también me visitan tormentas tropicales, calima e inclusive ciclones, de esos que los científicos se empeñan en ponerles nombres (estamos rodeados de personajes). En estos tres años, doy fe, existe el cambio climático. Al menos seguro en el ámbito de la meteorología personal, me han sacudido, mojado, empapado y despojado. También me he quedado solo esperando expectante mirando el cielo pues tocaba estar en estado de alerta.

Es para mí, difícil de moldear en mí mismo como algo que nos abraza desde fuera puede calarte hasta los huesos.  El frío como el dolor, en ocasiones fractura o fisura, y estamos mucho tiempo sanando esa herida, dándole calor para que se cierre a la vista desde dentro, pero siempre vestida con el traje de una cicatriz. 

  • Hoy aprendo con recelos a aceptar, no desde la queja sino del auto cuidado que hay heridas que pueden estar abiertas años, que los daños se acumulan como los meses y que no se puede apagar la luz para dejar de verlos.
  • Hoy reconozco que es sobre las propias heridas de otros y otras que sufren las tuyas propias.
  • Hoy descubrí que es la capacidad de aguantar los daños y no los años de vejez lo que nos hace mantenernos en pie.
  • Hoy intento aceptar que no basta con merecer y querer con toda el alma, para que una relación se sostenga. Aunque exista el hilo rojo, hay personas que se empeñan en hacer nudos y cortes en vínculos mágicos.
  • Hoy recuerdo aunque desearía olvidarlo, que hay personajes que se empeñan en ser villanos en las vidas de otras para ser ALGUIEN de la suya propia. Aunque sea bajo el paraguas de la mentira, manipulación de otros, construcción de un relato maltratador y una larga lista de tuercas que se quedan por el camino.

Es por todo lo anterior, que me gustaría ser ese personaje de la historia  que no necesite ser rescatado de ese gran villano. Alguien que no dependa de un ejército que lo defienda  de ese dragón que escupe fuego y humo, sino que apela al tiempo como escudo y guardián de su propia historia.

Un guardián que me permita RECORDAR. Porque mientras pueda recordar, es la propia conciencia la que a última instancia nos sana desde dentro. Después de perder a Esperanza, no podrán arrebatarte la consciencia de lo que has hecho desde el amor responsable (no tóxico, eso va en otro capítulo).

P.D: Este texto manuscrito en noviembre de 2025, nació siendo un nuevo capítulo de una historia ya contada (Viaje de regreso a mí), sin embargo a acabado siendo el primer capítulo de un nuevo libro que aún es huérfano de nombre. He querido incorporarlo en el blog, como preludio de nuevos post que iré escribiendo de forma regular en torno a las temáticas que nos acompañan desde hace años: educación, emociones y reflexiones personales. Muchas gracias. Escrito 100% con INTELIGENCIA NATURALMENTE HUMANA.

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