Entrevista a Ray Pérez
Hay personas cuya historia es, en sí misma, una pedagogía. Ray Pérez es una de ellas. Artista desde niño —primero con la pintura, luego con el graffiti— y más tarde trabajador social, ha construido un lenguaje que une sensibilidad estética y compromiso humano. Para él, las emociones no son un añadido: son el corazón de la intervención social, el lugar donde realmente se transforma la vida.
En esta entrevista, Ray comparte cómo su recorrido vital y profesional lo ha llevado a convertirse en lo que él mismo llama un “guardador”: alguien que cuida, acompaña y ofrece a los jóvenes un espacio beneplácido donde sanar el trauma y reconocerse. Su mirada es clara: no darle importancia a las emociones es no dársela a la vida.
Durante la conversación, profundizamos en temas que atraviesan nuestro tiempo:
— La brecha emocional en familias y adolescentes, marcada por la hipercomunicación y la desconexión.
— El miedo a la vulnerabilidad y la cultura del monosílabo emocional.
— La positividad tóxica y el impacto de las redes sociales en la vivencia del bienestar.
— La urgencia de una educación emocional que comience en el hogar.
— La necesidad de “escuelas de familia” reales, prácticas y transformadoras.
— El papel del afecto como sostén del vínculo.
Ray también comparte lecturas, juegos y referencias que nutren su práctica: Los buenos tratos a la infancia, El niño abandonado, el juego Emodetective, la película El indomable Will Hunting, la canción Man in the Mirror y la eterna lección del Principito: lo esencial es invisible a los ojos.
La conversación no deja indiferente. Invita, interpela, abre. Nos recuerda que acompañar emocionalmente es un acto de dignidad y que, como dice Ray, trabajar con emociones es trabajar por la vida.

