Ver el encanto de la vida
Veo sus ojos clavados en el paisaje, con la ventanilla bajada de su coche, golpeando el aire su cara de asombro que disfruta viendo lo desconocido. Qué recuerdos me trae ese niño que viaja en la parte trasera del coche de sus padres. Esa ilusión en la mirada consigue que esos instantes sean ilusionantes (vemos la vida de la misma forma que ella nos mira a nosotros). Esos instantes son destellos en el tiempo intangibles pues únicamente son y serán recuerdos de algo que pasa ante ti.
Ahora bien, ¿por qué perdemos esa mirada ilusionada en el día a día de nuestra corta vida? Ahora somos nosotros los que vamos en la parte delantera de ese coche, atrás quedó «aquel niño», escogiendo caminos, rutas y paisajes que pasan inadvertidos ante nuestros ojos, pero que en los más pequeños captan su atención. Siguen estando ante ti, déjate sorprender por la vida, cambia de dirección para ir a los mismos lugares de siempre, déjate llevar por la vida, equivócate para que las huellas de tu fracaso sean las del impulso de tu victoria.
Vuelve a bajar la ventanilla, permite que el aire, el agua de la lluvia, con su natural delicadeza, vuelvan a ser sentidos por tu rostro.