Infancia

Infancia artificial. ¿Dónde han quedado esos niños que jugaban en el barro?

Año 2016 y a pesar de que todas las grandes mentes de nuestra historia nos indican que la esencia la vida está en lo más natural y sencillo de ella, nosotros mismos, vivimos rodeados de artificialidad y productos «pensados» por adultos, para que seamos capaces de ser felices.

La vida tiene muchas etapas. Muchas personas no logran vivir todas ellas, pero casi todos han podido experimentar la primera de ellas: la infancia.

Tras siglos de sabiduría de muchísimas culturas la primera infancia, hoy en día, en el primer mundo, vive alejada de la Naturaleza. Los más pequeños «estudian» en las escuelas la «Naturaleza». Sin embargo, si no se experimenta, los únicos recuerdos que tendrán de ésta cuando sean adultos serán letras desordenadas en una hoja de papel con un dibujo de una montaña

¿De verdad un niño puede estudiar en un cuaderno de trabajo el «molusco gasterópodo» sin haber experimentado cómo sale un caracol de su casita en la palma de su mano?

La naturaleza se huele, se toca, se siente. A pesar de ello, la escuela no es el único contexto del que los pequeños se nutren para ir dando forma a sus pensamientos, carácter y experiencias. La familia, el hogar, ese gran caldero donde se cocinan experiencias, vivencias y momentos irrepetibles e insustituibles en la vida de un niño. Las casas de hoy en día son el resultado artifical de una sociedad consumista de servicios y productos que no son necesarios, o por lo menos no de forma natural, ya que «si desde que son menudos los rodeamos de elementos de tal forma que se integran en su día a día mecánicamente, les estamos creando la necesidad de estar rodeados de ellos». Vivimos condicionando a los niños a vivir de forma artificial.

Seguramente será tiempo de volver a escuchar a abuelas y abuelos, esos desconocidos que viven en residencias todos juntos, porque ya no tienen un lugar en las vidas de sus hijos ¿Qué nos dirían de la infancia de nuestros hijos? Me aventuro a predecir algunas de sus respuestas:

  • 01

    En mis tiempos los niños vivíamos con menos y éramos felices.

  • 02

    En mis tiempos los niños jugaban unos con otros, en cualquier lugar.

  • 03

    En mis tiempos los niños se integraban en los oficios de sus padres, o de los familiares, nunca era pronto para jugar con un martillo y una madera.

  • 04

    En mis tiempos los niños nos fabricábamos los juguetes.

  • 05

    En mis tiempos para los niños no existía la palabra «aburrimiento».

  • 06

    En mis tiempos se salía a la calle cuando llovía, corríamos a buscar el arcoiris. Ése que sale en los libros de texto con muchos colores.

  • 07

    En mis tiempos los niños los niños volvían con la ropa sucia de jugar.

La respuesta a por qué la infancia de hoy se aleja tanto de esta descrita en párrafos anteriores está en nosotros mismos. Siempre nuestras desiciones afectarán a las experiencias y vivencias de los peques. Unas desiciones que a la larga les ayudarán a configurar la forma en la que «ver el mundo» y «saber desenvolverse en él». La lástima es que ese mundo ya no es el planeta Tierra, sino esa burbuja artificial de etiquetas de productos y creaciones plásticas con los que «enjaulamos» su primera infancia.

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